miércoles, 13 de mayo de 2009

Día 6, noche del martes, 12 de mayo de 2009.

Me he acostado con el firme propósito de cambiar las cosas, pero sin saber exactamente qué hacer. “Confiaré en mi instinto cuando llegue el momento y, según vea la situación, así actuaré.”

A las tres de la mañana he oído el pitido, y he pensado: “espérate medio minuto, a ver qué pasa”. Y así lo he hecho. He esperado y cuando he ido a su cama estaba élla sentada intentando apagar el chivato. Sin llantos. Y medio dormida diría yo. Simplemente me he acercado y la he ayudado un poco a encontrar el botón. Muy contenta, le he dicho lo bien que lo estaba haciendo.

- Mama, tengo pipi.
- Sí, cariño, vamos al lavabo a hacer un pipi. Muy bien!

Y cuál es mi sorpresa cuando al bajarle las braguitas ¡no estaban mojadas! ¡Una sóla gota! ¡UNA!. No me lo puedo creer.

-Cariño, pero si no estás mojada! Qué bien! Lo estás haciendo muy bien!
-Claro, mama, es que no me he hecho pipi.

No le he tenido que cambiar ni siquiera el pantalón del pijama (que le pongo encima del chivato).

Éste avance me da muchos ánimos, porque veo que la primera fase que es bajar de tres pipis a uno en una noche ya casi está consolidada y, encima, ésta noche no ha llorado, se lo ha quitado con rapidez, y, para colmo, sólo se le ha escapado una gota.
Soy consciente de que la cosa puede tener retrocesos, pero éste avance me anima muchísimo.

Se ha dormido en medio minuto y yo he vuelto a mi cama más feliz que un ocho.